miércoles, 26 de octubre de 2016

Con la Iglesia he vuelto a topar (es que provocan)

    Mi aversión por las religiones es algo que la gente que me conoce sabe que es algo que me viene de antiguo. Proviene de mi teoría de que solamente sirven para que unos pocos vivan estupendamente a costa de los demás ignorantes. No rechazo la idea de las excepciones que confirman la regla.

    No es mi intención disgregarme en mis absurdas (o no) teorías, si no comentar en este sesudo foro un par de noticias que acabo de leer y que tienen que ver con la Iglesia Católica, que, al fin y al cabo, es la que más directamente he padecido en mis carnes.

    La primera tiene alcance general puesto que proviene del Vaticano y, por lo tanto, es de obligado cumplimiento para todos los católicos: el consejo de administración de esta multinacional ha sacado un edicto (o como se llame) prohibiendo a los católicos conservar o esparcir las cenizas de sus difuntos que hayan pasado por el crematorio (véase la noticia).

    En el documento insisten en que es mejor enterrar enteritos a nuestros muertos, enterrarlos en lugar sagrado donde, casualmente, la Iglesia Católica se lleva una pasta en connivencia con ayuntamientos y funerarias; pero puestos a ceder para no perder cuota de mercado, dicen que la cremación es lícita en casi todos los supuestos pero que las cenizas del finado no pueden quedarse en casa o tirarlas por esos montes y mares de Dios, las cenizas deben estar en aquellos lugares donde ellos pillen cacho.

    La otra noticia es más localista y no es de obligado cumplimiento, sólo es una propuesta: resulta que el Obispado de Cádiz propone cambiar el término "Halloween" por el de "Holywins" (no diréis que no está bien traído lo de usar el inglés) véase la noticia, y que los niños se vistan de santos, vírgenes, ángeles y apóstoles. No he leído nada sobre si vale el disfraz de Judas o si sólo valen los de apóstoles santos (Lucifer es un ángel, caído pero un ángel al fin y al cabo).

    Esta propuesta, que no deja de tener su gracia me hace preguntarme: ¿no sería mejor que los señores del obispado, que predican como Jesucristo pero viven como Dios, dediquen su tiempo y esfuerzos a intentar mejorar la vida de sus conciudadanos más desfavorecidos aportando más dinero a los comedores y roperos de Cáritas en lugar de dedicarse a estas "paponás" (localismo de Mora de Toledo que quiere decir "gilipolleces"). 

miércoles, 5 de octubre de 2016

Los homosexuales y la Iglesia Católica


       En la página web del obispado de Alcalá de Henares (www.obispadoalcala.org) hay un apartado que se llama "Homosexualidad y Esperanza",  al verlo escrito con la inicial en mayúsculas pensé que se trataba de algún asunto jugoso de la presidenta de la comunidad de Madrid, pero no, no se trata de eso. Se trata de una serie de escritos que sirven para "si alguna persona (homosexual) desea un cambio o evolución, o quiere formarse sobre este tema, desde el respeto a todos, informamos de los siguientes textos y recursos"

      La lista comienza con tres epístolas del talibán, misógino y nada cristiano Pablo de Tarso que no tienen desperdicio, y el capítulo 9 del Génesis.

     Este capítulo de las Sagradas Escrituras, teóricamente escrito al dictado del mismo Dios, trata de la destrucción de Sodoma, y viene a contarnos que Dios se cabreó con los sodomitas porque estaban todo el santo día dándole al tema homosexual y decidió exterminarlos, lo mismo hizo Hitler unos siglos después y la Historia y yo lo tenemos como un monstruo genocida.

     En Sodoma habitaba un hombre bueno y justo que no participaba de tales prácticas y el buen Dios le mandó un par de ángeles para avisarle de lo que iba a hacer y pudiera ponerse a salvo con su familia. Los sodomitas se enteraron de tan celestial visita y se acercaron a casa de Lot para conocerlos, parece ser que bíblicamente;  también es que Dios, en su infinita sabiduría, no debería haber mandado a dos chicos rubios, monísimos y con alitas en la espalda (vamos a dos ocupantes de una carroza del desfile del Día del Orgullo) a Sodoma, porque son ganas de provocar, digo yo.

      Al elegido por Dios, no se le ocurrió nada mejor para salvar a los enviados divinos que ofrecer a sus dos hijas para el solaz de sus conciudadanos: "Amigos, les suplico que no cometan esa ruindad. Yo tengo dos hijas que todavía son vírgenes. Se las traeré, y ustedes podrán hacer con ellas lo que mejor les parezca. Pero no hagan nada a estos dos hombres" (Génesis, cap. 9 - ver. 7 y 8).

     La enseñanza que se desprende de esta Santa Escritura es que si se mantienen relaciones sexuales homosexuales consentidas, Dios te manda una lluvia de fuego y azufre, y que si entregas a dos chicas adolescentes a una multitudinaria violación te vas de rositas. Como para no cagarse en D...

     El final de esta historia nos cuenta que Lot se refugió en una cueva cercana con sus hijas (su mujer se convirtió en estatua de sal por cotilla) y que allí sus hijas, que se aburrían mucho, decidieran emborrachar a su padre y follárselo. Instructivo y edificante.

     Así que ya sabéis, homosexuales del mundo, si queréis salvaros del fuego y el azufre, sólo tenéis que abandonar a vuestras parejas, violar a unas cuantas jovencitas (amigas lesbianas, en vuestro caso, tiraros a unos adolescentes), procrear y cuando vuestros vástagos estén en sazón os lo montáis con ellos; eso sí, con el eximente de intoxicación etílica.

     Luego nos extrañamos de que existan la violencia contra las mujeres, los abusos infantiles, la homofobia, etc., pero a nadie se le ocurre prohibir la difusión de tamañas barbaridades.